Existía en esta plaza una primitiva iglesia del siglo XV. La demolición del templo viejo fue posterior al proyecto e inicio del nuevo templo.
Hacia 1723, fecha de licencia de demolición, el nuevo edificio ya tenía sus cimientos bien dispuestos.
La ampliación fue realizada por el cantero Lazaro de Incera, aunque sometida a la revisión de los maestros durangueses Larrea y Erdoiza. La torre no se terminó hasta 1745.
Es imposible separar la Iglesia de Santa Ana del complejo urbanístico al que pertenece, la plaza.
En 2009 la plaza fue rehabilitada. En paralelo se llevó a cabo una intervención arqueológica en la que se pusieron al descubierto señales evidentes de la primera planificación de la villa, que fue muy importante.